Autoempleo.

Ayer hice dos cosas importantes (en realidad más, pero para el tema que nos ocupa solo 2). Y eso está bien, porque forma parte de mi plan de acción: no vale con pensar en, también hay que hacer.

Por la mañana fui a la Universidad a pedir mi expediente académico. Me faltan 56 créditos para terminar la carrera. Estuve charlando con la gente de secretaría, contentos de verme por allí de nuevo y animándome a que termine. Después de tanto tiempo  y de haberle puesto tan pocas ganas, ahora me parece lo mejor que puedo hacer en este año que tengo por delante. Volver a estudiar, pero esta vez de verdad. Me hace ilusión y me pregunto que demonios tenía en la cabeza cuando era más joven para hacer las cosas tan mal sistemáticamente. Espero haber aprendido algo en este tiempo, y poder demostrarlo.

Por la tarde fui a una entrevista para trabajar como dependienta en una tienda de telefonía que van a abrir al lado de casa. Cuando digo al lado, me refiero a ello literalmente. Será el establecimiento contiguo al portal. El chico de RRHH me preguntó que porqué con mi currículum y mi trayectoria profesional quería trabajar de dependienta. Y yo respondí sin pensar: lo mejor de mi vida lo tengo en casa. Estoy desencantada del mundo laboral y no espero que me de muchas satisfacciones. Estoy harta de conducir cada día 180 km y de los atascos. De ese mundo de mentira lleno de señores con corbata que no son nadie lo aparentan, y por eso se lo creen. Donde la empresa siempre te pide un sobre-esfuerzo a cambio de una recompensa futura que nunca llega. Dónde entre las 7 y las 21 se queda lo mejor de mí, y cuando llego a casa no soy nada.

Me dijo si no había pensado en el autoempleo, y me instó a no aceptar la oferta de mierda que podía hacerme...

Cada día me encuentro menos mal. Un poco menos culpable por no trabajar, y con nuevas energías. Me siento más viva, y capaz de afrontar el reto.

Y sobre todo cada día más segura de qué es lo importente. Lo mejor de mi vida, lo tengo en casa.